Lo conocí cuando lleve a los perros de mi abuelo a recibir sus vacunas, el veterinario del pueblo era un potro y era experto en caballos por lo que decían. Parecía que teníamos la misma edad (28 años), tenía unas cejas gruesas y oscuras que contrastaban con sus ojos verdosos, algo en su mirada me decía que tenía gustos similares a los míos.
Trate de disimular pero mientras él me explicaba el tema de las vacunas yo solo analizaba su cuerpo, pero sobre todo el culo duro y redondo que estiraba el pantalón de tela, ahí me avive y comencé una charla efímera y amistosa y luego de preparar la escena le pregunté
-Disculpa, yo no soy del pueblo, vine de visita, estoy muy aburrido, ¿hay algo para hacer acá en el pueblo?-
Me respondió como suele ser en el interior, con mucha simpatía y amabilidad, invitándome a pescar el fin de semana, rápidamente le dije que recién podía el sábado a la tarde/noche, y él mordió el anzuelo.
Me respondió – Mejor! A la noche pican más, pero tendríamos que acampar allá cerca del rió- sin pensarlo dos veces acepté, y organice todo para ir de “pesca”.
Llegamos al atardecer, armamos la carpa a unos metros del río y encendimos la fogata, luego me enseñó a pescar, obviamente yo me dejaba guiar en todo embriagado por su olor a hombre de campo, a jabón neutro, a macho al natural. Era medio tosco, pero ese toque me daba más morbo, sus manos eran grandes y pesadas y su espalda un muro de concreto.
Luego de atrapar un par de peces nos quedamos esperando que los pescados se asaran en el alambre que improvisó. No parecía interesarle nada más que hablar de su trabajo, de los animales, del río, y yo mientras resignándome a su compañía distante para esa noche fría de campo. Comimos y reímos, en muchos momentos quise contarle que me gustaban los tipos a ver si decía algo, pero nunca fue un buen momento y me daba mensajes confusos. Entrada la noche nos metidos en la carpa y decidimos extender mi bolsa de dormir completamente en el piso y la de él usarla como cobertor, para así estar mas cómodos. Yo me dormí, pero algo me despertó, él veterinario se estaba masturbando, recostado de lado dándome la espalda, sus gemidos y el sonido del movimiento eran claros, el resto era oscuridad y grillos.
Giré estirando mi mano para tocar su entrepierna, en ese segundo me corrió un frío por la espalda, él se detuvo abruptamente y quedé congelado con la mano allí con miedo de que se violentara, pero no, él retiro su mano lentamente y dejo la mía agarrando su tronco duro y caliente, ahí comencé a deslizar su piel de arriba hacia abajo y al no generarse ningún emprendimiento continué aumentando el ritmo y acercándome cada vez más a él.
En determinado momento estuvo a punto de eyacular, pero me agarró de la muñeca y se deshizo del cobertor, era torpe, medio bruto, pero me encantaba a donde iba, no veíamos nada, pero no hacía falta, se puso encima de mi y comenzó a besarme desesperadamente, me tenía sujeto por las muñecas por arriba de mi cabeza con ambas manos, luego lo hizo con una sola y la otra la metió en mi bóxer, en ningún momento dejó de comerme la boca. Su barba me raspaba hasta el punto de irritarme, pero la calentura era mayor, se quitó la remera, la ropa interior y me fue quitando todo, pero siempre sujetándome de las muñecas, evitando que yo lo tocara, más me lo impedía y más ganas me daban e tocarle la pija, los huevos, pero solo podía sentirlos rozándose con mi cuerpo. En un momento logré zafar una mano y fui derecho a tocarlo, pero se molestó y me sujeto nuevamente y como una bestia me dio vuelta boca abajo, casi como un castigo, me tomó las manos y las colocó en mi espalda baja, y encajo su lengua en mi cola, saboreándome. Yo estaba girando de placer y no me di cuenta en que momento me ató las manos en esa posición. Me puse un poco nervioso pero él me acariciaba, seguramente como lo hacía con los caballos, y eso me calmaba.
Se acercó a mi oído y susurró – te vas a dejar preñar papi- luego volvió a pasarme su lengua por toda la cola y me daba chirlos cada tanto, finalmente me puso de rodillas, con la cara en la bolsa de dormir del piso y las mano aun atadas en la espalda (estaba entregado), pero no conforme con eso sacó el cordón de sus zapatos y me amarro los tobillos, un poco me asuste, pero también disfrutaba, cometí el error de hablar y pedirle que me coja, con un tono jocoso y molesto me respondió – shhh!! Los caballitos no hablan- y me hizo morder su remera.
Yo estaba asustado, excitado, extasiado y muchas cosas más a la vez, lo próximo que sentí fue él levantándose y enterrándome desde arriba su pija, gimiendo y bombeando mis vísceras, cada tanto me daba un chirlo y me hacía ruidos como domando a los caballos, era violento, la metía con fuerza como con rabia, pero me gustaba, no recuerdo cuanto tardo, pero me cabalgo como quiso, yo acabé dos veces sin siquiera tocarme, porque sentía su pija dura y gruesa en la oscuridad, luego él termino llenándome de leche el culo y cayendo exhausto sobre mí, mientras recuperábamos el aliento me fue desatando los cordones de las manos y de los pies, y el amanecer nos encontró en pelotas con una carpa que olía a sexo entre machos.
Solo dijo algo al final que me dejó desconcertado – Por favor no le digas a nadie, en un mes me voy a casar –
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