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En Chacarita: Un fantasma con vitiligo en la pija

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El cementerio de la Chacarita siempre me había generado mucha intriga, lei varias historias por esta página y decidí recorrerlo.
La primera vez fui a los lugares más típicos para “tetear” como los baños, y aunque los recorrí varias veces no tuve éxito.
Claramente no quede satisfecho y volví al blog a releer las historias y en algún lado leí lo del sector 23. Para los que no conocen el cementerio justo en el medio hay varias pasarelas subterráneas que están todas comunicadas divididas en sectores.
Recordé que la primera vez había pasado por ese lugar pero nunca imaginé (ni anime!) que bajando las escaleras sería el lugar ideal para tener una aventura.
La segunda vez que fui al cementerio no esperaba demasiado. Entre por la puerta grande que esta al frente de la estación Lacroze. Camine por la calle que termina en las capillas, y en uno de los canteros me senté unos minutos. Mi idea era esperar a que alguien pasara y con la mirada saber si estaba en la “onda”. No paso mucho cuando un tipo onda 30 años, petiso, muy lindo de cara paso por al lado, escuchando música. Me miró de manera rara. Me generó duda si estaba ahí por eso. Siguió caminando. Lo seguí para ver que hacía. Yo tengo 26 años, mido 175 cm y me dedico al deporte, por eso tengo el cuerpo trabajado.
El caminó hasta llegar a la zona de los sectores, yo mantuve la distancia. A las 16 hs no había mucha gente. Pasaron los segundos hasta que encaró al sector 23. Nunca miró atras y bajo las escaleras. Hice lo mismo, a este punto imaginaba cualquier cosa menos lo que paso. Una vez que terminaron los escalones veo su sombra caminando por un pasillo largo y oscuro. Este te llevaba a varios pasillos. Todos sabemos que hay en esos pasillos.
De pronto el dobló en uno. Seguí caminando hasta que llegue en donde estaba.
Lo encuentro con los pantalones bajos tocándose. Tenia un slip de colores, los deportivos con elasticos. Un cuerpo tallado. Me acerque y empece a manosearlo. Estaba entre los muertos tocando a un hombre, estaba a mil. La situación fue tan caliente que me agaché y busque su pija y descubrí la verga mas particular: grande, cabezona y con vitiligo, esas manchas de alguna manera me calentaron aún mas y me la metí entera en la boca, mientras el se levanto la remera y se la puso detrás del cuello. Y se pudo observar en su plenitud su marcado cuerpo. Hice lo mismo. Estábamos semidesnudos en un cementerio. Mi cabeza daba mil vueltas.
Buscó en su mochila y saco un forro. Y aunque soy muy ceñido, esa pija me entro de una. Nunca me dolió. Me cojio increíble durante unos minutos hasta que no pude mas y le dije que iba a acabar. Se saco el forro y pajeandonos unos segundos llenamos el piso de leche.
La consciencia llegó cuando lo vi vestirse y desaparecer en la oscuridad de uno de los pasillos. Salí al rato y no lo vi. Se habrá ido por otro lado. Fue demasiado real para ser un fantasma. Un fantasma con vitiligo en la pija.

Lio

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