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El portero | Espectáculo lácteo mañanero

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Martin BrightsideHace un tiempo, estando de paso por la zona, me metí en el shopping del Solar. Tenía la data que en uno de los baños había levante (de hecho, mas de una vez comí muy bien ahi) asi que pasé un toque para ver que onda.

Como de costumbre, había un par en los mingitorios “escondidos”, separados por un mingitorio vacío. Ahí me aposté. El de mi izquierda, un tipo alto, barba de días, jean y remera impecables. Y tremenda chota, gomosa pero ya gorda, pesada y algo grande.

El de mi derecha, rellenito, barba candado, cuarentón, vestido de oficinista, pija normal. Entre idas y vueltas y gente que entraba y salía, a fin de cuentas terminé con el de mi izquierda en uno de los boxes. Se la mamé por un buen rato, pero no quería acabar, porque “esa noche seguro que se garchaba a la mujer, y si acababa ahora, no iba a poder acabar a la noche”.

  • Chapamos. Besaba MUY bien.
  • Y a él también le gustó como lo besé.
  • Y mi culo velludo, que llegó a acariciar.
  • Y mi barba.
  • Y que sea “bien machito, que no se te nota”.

Salimos y pasamos contacto, prometiendo volver a vernos muy pronto.
Lo cierto es que casi nunca me contestaba, y nunca podía. En un momento me dejó de contestar, y pensé que se le había pasado la calentura y listo.

El portero | Espectáculo lácteo mañanero

Pero una mañana escribió.

Es encargado en un edificio cerca de mi trabajo. Me tiró los horarios en lo que iba a estar libre. Me decidí por pasar a la mañana, bien temprano, antes de entrar a laburar.
Me recibió y me llevó a un dpto abandonado del edificio. Chapamos. Fuerte primero, sacándonos las ganas contenidisimas de hace tiempo, y después me pidió ir mas suave. Me acariciaba, me miraba a los ojos, se sonreía, y me volvía a comer la boca, pero con ternura. Así estuvimos un buen rato. Yo mientras le iba acariciando la chota por encima del pantalón de trabajo, que ya estaba tal como la recordaba. Y él de a poquito me fue aflojando el pantalón hasta dejar mi culo accesible a sus manos.

Bajé a mamarle la chota, pero me frenó. Como esa vez en el baño, quería que se la mame con forro. Se calzó uno saborizado, y se la comí de una. Estaba durisimo. Con los pantalones y los boxers bajos, y su camisa y sweater de encargado de edificio puestos. En medio de un dpto lleno de polvo y muebles rotos y abandonados. Morbo total. Por momentos me agarraba la cabeza y me cogía la garganta con ganas. Y llegó un punto que no aguantó mas. “Quiero tu culo”. Y para que negarme, para algo había ido…!

Se puso otro forro, y me hizo inclinarme sobre uno de los muebles. “Saca el culo para afuera y abrite el hoyo con las manos”, me pidió. Y al ver ese espectáculo, me la mandó de una. Lubricado y caliente como estaba, ese tremendo pedazo igual me hizo ver las estrellas. Le pedí que me la saque un toque. Me pidió perdón, me abrazó, me besó. Con esa ternura del principio. Le dije que no se preocupe, que siempre me duele la primera, pero ya a la segunda me entra bien.

Volví a ofrecerle el hoyo, y el apoyaba la cabeza en mi espalda, como arrepentido de haberme hecho mal. Le agarré la chota y la direccioné hacia mi entrada. La mandó bien despacito, pero hasta el final. Y ahí, cuando notó que no me quejaba, empezó. Me garchó con toda la furia. Que pedazo de macho! Y que aguante! Me serruchó a full. Después de un rato contra el mueble, me hizo arrodillarme sobre un sofa viejo. Y ahí, yo en cuatro y el atrás primero y encima mio después, continuó con la faena. TRE-MEN-DO! No paraba ni para respirar. Me dió pija como para el resto del año. Ni transpiraba! Se le notaba la cara de felicidad cada vez que me daba vuelta a mirarlo. Le acariciaba los huevos y mas enérgico se ponía…

Así me tuvo como media hora, hasta que me preguntó si quería la leche. Por supuesto que si! Esta vez no me iba a ir sin exprimirle los huevos. Me arrodillé en el suelo frente a él, se sacó el forro, pero me pidió que no le toque la pija, ni con la mano, ni mucho menos con la boca. Que él se iba a pajear pero sin que yo tenga contacto directo con su pija. Y así me empapó la jeta a lechazos. Muchos. Cargadisimos. Con ese espectáculo lácteo me pajeé. Y también, me rebalsé las manos con mi leche. A pesar de lo polvoriento y abandonado del dpto, no podíamos dejar rastros.

Nos limpiamos, bajamos, nos saludamos, y quedamos en que hay que repetir.

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