“Se lo llevaron todo, nos dejaron la palabra” (Pablo Neruda)
Una relación vincular es la de un sujeto con otro mediante un salto cualitativo entre lo propio y lo ajeno. La relación de un sujeto con un objeto como lo es alguien solo con una verga o alguien solo con un orto, sin importar la persona e incluso destratándola como si no existiera, es la cosificación de la persona negando lo que la hace tal, por lo tanto tener sexo con un robot, no sería distinto.
El darla a chupar en la clandestinidad y luego desaparecer, no produce diferencia entre masturbación solitaria y sexo de a dos. Solo desplaza en una boca circunstancial la propia mano, no siendo más que una fantasía sexual masturbatoria más sofisticada.
El tetear entonces, aparece aquí con la misma carga libidinal del autoerotismo infantil que el niño oculta, por ejemplo en el baño de su casa, escapando de la reprobación de los adultos, actuando luego frente a la familia como que es asexuado, y frente a sí mismo como que no ha pasado nada en una negación impuesta por la represión social y el juicio de los adultos.
Por otro lado, el exhibicionismo en teteras y lugares públicos se asemeja a un desafío a la autoridad de aquella actitud reprobatoria adulta, que encuentra su compensación en la necesidad de autocastigo que implica la expulsión de un baño por personal de seguridad como sanción del propio superyó por actuar lo prohibido.
La muerte de las Relaciones Humanas
Así como hay máquinas para que te garchen o te la mamen (desplazamiento de la masturbación en la tecnología, para vivir más en forma realista la sensación de que te lo esté haciendo otro) , existen robots humanoides con fines altruistas o que reemplazan con mayor eficiencia trabajos humanos insalubres, riesgosos o que producen stress laboral : Desde robots creados como rescatistas en escenarios catastróficos, pasando por los diseñados para cuidar niños o adultos mayores, a tareas complejas de astronautas en el espacio exterior sobre transbordadores espaciales.
Y desde ya, existe el robot Rex, primer hombre completamente biónico al que aún no se le ha desarrollado aparato digestivo artificial, y por supuesto tampoco sexual porque fue creado para mostrar que prácticamente todo el cuerpo humano podría ser reemplazado por prótesis con funcionalidad inteligente ante la tragedia de perder partes del cuerpo.
(Si le crean pija que se erecte sola por la mañana coordinada con el despertador, y pueda dilatar y contraer su esfínter anal a voluntad, como vos o como yo: Lo compro)
Respecto de que el amante biónico nos chupe la pija, no debe ser tan difícil a esta altura de los prototipos que están creando, dado que como dije al principio hay maquinas para que te cojan y otras para que te la mamen.
Me imagino que será cuestión de preparar el paladar, la garganta y los labios del androide con un sistema parecido al de una ordeñadora automática de las que se usan actualmente pero adaptada para penes, y no para pezones de vaca, y tal vez nos la chupe mejor que un ser humano que, por experto en chupar no va a dejar de ser un pelotudo.
La doctora Helen Driscoll, de la Universidad de Sunderland en el Reino Unido asevera: “la tecnología está allanando el camino para un futuro en el que el sexo con robots no solo sea posible, sino que no suene nada raro. La Inteligencia Artificial ha creado robots hiperrealistas, como los desarrollados por el inventor Matt McMullen, quien asegura que sus ‘muñecas’ podrían establecer una conexión emocional entre el humano y la máquina”.
Al menos esto es lo que propone la tendencia del mercado con su respuesta atenta a la insatisfacción de necesidades humanas dentro de la sociedad, siempre en la búsqueda de lucrar avanzando en fortalecer esas carencias o dejándolas al descubierto para transformarlas en necesidades de consumo que un producto o varios puedan satisfacer, teniendo en estos momentos de su lado la ciencia y la tecnología.
Porque si la actitud (programable, y no me refiero a una actitud servil sino de lealtad y gentileza), de estas magníficas creaciones, fuera con nosotros como lo es con los humanos el personaje interpretado por Robin Williams en “El hombre bicentenario” dirigida por Chris Columbus, te pregunto amigo:
¿Me voy a gastar en concretar una cita con un pendejo de mierda, narcisista, descerebrado, destratador y cuya única perentoria cualidad ( no se esforzó para ello) es la de apenas ser joven y bonito, quien después de conocer mi edad, hacerme pasarle fotos actuales de jeta, culo, verga, lomo, ecografía transversal del recto y al encontrarnos ante su insistencia, me diga:- “No, con vos prefiero que no porque sos viejo”, habiéndome perdido incluso, en virtud del encuentro, de encamarme con el kiosquero que me piropeara unos minutos antes, aun con mis años y mis canas?
Soy masculino con voz grave, culo experto y pija potente, aún. Estoy en forma en virtud de haberme recuperado de una enfermedad gracias al deporte, y desde ya, fuera del closet, porque para clandestinidad legitimada socialmente ya sufrí, también, el secuestro durante la dictadura de este país.
Nada me resultó fácil ni gratuito y consecuentemente por mi educación tengo palabra. Ningún resentimiento, solo preguntarme qué nos pasa.
Sin embargo me resisto a estos cambios de moral que no se relacionan con que cojas con todo el mundo o seas fiel a tu pareja o tengas una pareja abierta. Por vivir libremente nuestra sexualidad no pasa la inmoralidad en este estado actual de lo gay. Y en ciertos puntos a vos te puede estar sucediendo lo mismo.
Como tantos otros, el muchachito en cuestión resultó ser un superficial minusválido vincular más, un discapacitado social y tal vez con cierta oligofrenia cultural-intelectual, y como está de moda: con alta dosis de psicopatía e histeria galopante amparada en el valor que se le da a la juventud y a lo perentorio.
Acaso, tal vez digo, encontró otro en el trayecto hacia la cita, chateando en el colectivo, con lo mismo que le gustó de mí, pero más joven que yo, quiero creer. Por lo tanto se cagó en mi tiempo y en mi esfuerzo por ir a su encuentro.
Hemos llegado a tales extremos de ridiculez en las excusas que nos protejan de cualquier peligro de relationship versus un touch and go de descarga pueril, que hace 15 días en el Spa de un conocido hotel del microcentro donde alquilo una habitación una vez al mes (vivo en el interior de la Pcia. de Bs. As.), nos hicimos de todo en el vapor con un lindo gay de unos 25 años, y cuando lo invité a subir a mi habitación me contestó:
“Me gusta todo de vos, desde tu cara hasta tus tobillos, me calentás mal, pero tenés las uñas de los pies demasiado largas”(sic).
A los pibes de hoy (20- 25 años) les faltan solo cinco minutos más de horno para ser de siliconas… Huecos ya son. /Lauto Anchorena.
En 15 minutos, como todos los meses, yo tenía el turno con Eduardo, uno de los podólogos del spa. No me atreví ni a decírselo porque hasta me dio vergüenza ajena su estupidez, o su insulto a mi inteligencia, e hizo que se me bajara hasta las rodillas, cayéndoseme a pedazos el placer que habíamos sentido media hora antes, y sin poder hilar con él una conversación que nos permitiera a ambos saber con quién habíamos estado jugando una previa (donde acabamos ambos sí, largando leche, pero para mí solo fue una previa) de lo que pudiera haber sido una cogida cómoda y relajada en la cama de un hotel elegante donde nada nos apremiaría en nuestra desnudes de cuerpo pero también de alma, tomando champan y sin ninguna propuesta matrimonial en ciernes.
Ni en pedo más de estas cosas.
Mientras la tecnología avanza, sugiero ir juntando guita porque a mí, no sé a ustedes, me tiene todo esto las pelotas por el piso y quiero alguien con temperamento estable y o/al menos coherente, por lo menos para coger. Y que hable!.
Dialogar: Algo que los humanos de esta generación han olvidado o están perdiendo, tomando la posta los robots para lo que están siendo perfeccionados.
Continuará…
Leé también: Amor Artificial (Investigación, segunda parte)
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