Nikki Dior | Parejita swinger | Experiencias |
Hay tantas maneras de ser y sentir, como las hay de estrellas en todo el Universo…
Cuando nos guiamos solo por definiciones de hombre o mujer, fem o masculino, pasivo o activo. Parecería que estamos limitándonos, encerrándonos, a sentir millones de gamas que hay entre una cosa y la otra. Tenemos que reconocernos como seres que estamos en constante cambio. No nos dejemos guiar por los miedos, que a veces nos infunda la sociedad, no creemos nosotros mismos fantasmas, que después son tan difíciles de disolver. Hoy puedo sentir una cosa, y quizá mañana puedo sentir otra, la mente es muy compleja. Pero nuestra vida, las experiencias, las vivencias, son la llave de la lógica para ir comprendiéndola, para liberarnos, para entendernos y por ende para ser un poquito más nosotros.

En aquel momento pensaba que nunca podría estar con una mujer. Siempre me gustaron los hombres, su cuerpo, su aroma, su virilidad, o a veces también siendo femeninos, pero hombres en fin. Las mujeres, siempre las vi como hermanas, nunca sentí ningún deseo libidinoso, ni nada por el estilo. Pero así, como hace unos cuantos años siendo solo pasivo, veía con rechazo la idea de la versatilidad, hoy habiendo probado varios roles, no puedo negar tajantemente algo que no probé, así que lo tomo como una incógnita que puede resolverse o no.
Hay muchas parejitas Swinger, de formas diversas, como hojas sobre la vereda en un día de otoño. Pero claramente la que más me llama la atención, es cuando los dos son Bi y versátiles. Si a los gays nos tildan de garchar como locos, yo creo que esta clase de pareja nos gana tranquilamente. Estar con una pareja swinger (Hombre y Mujer), para mí era replantearme principalmente, la idea de estar con una hembra en la cama, y que de cierta forma, pueda llegar a ver algún roce, y hasta quizá algún juego (¿lésbico?).
- ¿Qué se siente tocar y chupar un par de tetas?
- ¿Cómo es una concha?
- ¿Cómo huele?
De pronto me aparecen en la cabeza, las típicas preguntas que le hago a los heteros o bi, sobre que te gusta coger más ¿una concha o un culo? La respuesta que recibo, nunca sabré si es sincera o conveniente. Y como mi conocimiento del tema es nulo, lo hace mas difícil.
Cuando me llegaban a la casilla propuestas swinger, me daba mucha satisfacción, si la que me escribía era ella. Siempre es sublime cuando minas hetero me alagan la feminidad. Durante toda mi vida tuve con ellas tanta complicidad, siempre me apañaron cuando los machos en su momento me hacían a un lado, entonces pienso ¿por qué debería yo sentir rechazo por jugar con ellas? Sé que si me encierro a solas con alguna, solo hablaríamos de moda, y nunca se me pasaría por la cabeza tocarles el orto de golpe. Pero, ¿si estoy también con un macho? ¿Si nos tocamos entre nosotras y eso le genera placer a el? ¿Qué haría?
Franco se parece a Paulo Dybala, es una versión menos carilinda y mas madura, de este pibe que la está rompiendo en la Juventus. Tiene unos ojos verdes de ensueño, unas gambas fenomenales, y un cuerpo que no aparenta los cuarenta que tiene. Se viste como un señorito francés, pero se nota que sus raíces, son de pibe de barrio humilde. La pareja de Franco, Anabella, es una hembra faltal, fina, delicada, glamorosa y muy coqueta, con una sensualidad marcada y natural. Como gay, es muy difícil no dejarme deslumbrar por la belleza, aun viniendo de una mujer heterosexual, se reconocer cuando ellas son bellas, y más cuando acaparan totalmente mi atención con su glamour.
Después de tantos años, tantas propuestas, tantas dudas, ellos eran finalmente, mi manzana prohibida del jardín del Eden Homo. Su propuesta era fácil, ir a su casa por la noche, tener una charla amena y tomar unos tragos. Generalmente en mis encuentros con hombres, no tengo mucha charla ‘amena’ que digamos, porque vamos siempre a los bifes, pero ellos son una pareja hetero/Bi, por ende la cosa cambia. Franco me contaba que tenían mucha experiencia en el ambiente, pero solo con otras parejas swinger, y que últimamente Anabella, le pedía de tener un trio, con un chico gay muy femenino, o con alguna traviesa. Era cómico la manera en que me lo planteaba, porque lo decía como si el no tuviera nada que ver con la idea, como si se estuviera ‘sacrificando’ por su pareja, y seguramente él se muere más de ganas que ella.
Me he vuelto con los años bastante ‘despierta’ pero a veces peco de ingenua, y es ahí donde le pregunto a Franco, que quería decir que ella sea versátil. Su respuesta fue clara y contundente, me dijo que a ella también le encantaba ser dominante y activa. El no agrego nada más, y yo perpleja ante semejante afirmación, me fui al maso y no profundizamos mas el tema. Nos habíamos mandado varias fotos, había hablado tanto con ella, como con el por audio del wazap, había buena onda, y hasta elegimos el día del encuentro. Pero faltaba lo último, ese cónclave que parecen tener las parejas swinger, donde terminan de deliberar si soy ‘Apta’ o no para ser digna de ellos.
Luego de eso, me terminan confirmando la dirección y el horario.
Villa del Parque sábado 11 de la noche.
Por más que eran dos copados, o que hace tiempo venía con la idea de probar algo así, no dejaba de ser mi primera vez. La adrenalina, las dudas o pequeñas inseguridades, tenía que dejarlas atrás. Habitualmente siempre soy la segura, la provocadora, la polémica, pero con ellos me sentía como la niña virgen e indefensa. Después caí en la cuenta, que por más que ellos hayan estado con otras parejas swinger, yo también, en este caso, era la primera vez para ellos.
Finalmente llego a la dirección que me pasaron, y toco el timbre, de una casa estilo antiguo muy bien conservada. Me recibe ella, al instante, como si estuviera esperándome detrás de la puerta, una rubia de ojos miel, aún más linda que en las fotos, muy arreglada, como si fuera a bailar. Me besa y me llena de perfume. Mi nariz muy sensible a los aromas, detecta rosas, el incienso, la mirra y la vainilla, muy oriental, muy erótico, como si de entrada me estuviera avisando cuáles son sus intenciones. Me hace pasar hasta el living, donde apareció Franco, quien estaba vestido más sencillo, con un jean chupín azul obscuro, unas zapatillas y una camisa con imágenes de gaviotas chiquitas en blanco y negro. No era muy carilindo, pero al recibirme, me clavo una sonrisa de película que me dejo muerta, ahí recordé que no me paso ninguna foto sonriendo. Ellos muy sueltos, dialogaban conmigo con una facilidad increíble, sacaban temas de la nada y trataban de hacerme sentir cómoda, yo les seguía el juego, quizá tratando de que no se dieran cuenta, de lo rara que me sentía al principio. El tiempo pasaba, los tragos pasaban, y después entendí el porqué de los ‘tragos’. Hablábamos de todo, ya me sentía más libre, y me estaba dando ganas de explorar el bultazo de Franco, que no paré de relojeárselo. La charla seguía como si esperáramos a alguien más. En un momento me pregunte ¿Cómo se iba a romper el hielo? Y ahí fue cuando decidí hacer de las mías….
De la nada corte el tema de conversación, y le pregunte a Franco donde quedaba el baño, me acompaño por un pasillo, me abrió la puerta, y me prendió la luz, ya cuando se estaba yendo, le tomo la mano, le digo que no se vaya y me haga compañía. La nena inocente del principio se había convertido ‘por culpa del alcohol’ en una trola atorranta. Franco sonríe, y entra conmigo. Cerramos la puerta, le agarro la camisa, lo traigo hacia mí y le sampo un beso bien animal y profundo. Ese olor que tenía a crema de afeitar, y el bulto que le venía mirando me tenían loca. Le voy desabrochando el cierre, para que libere esa chota riquísima. Se la había visto tantas veces por foto, que no podía esperar mas a chuparla. Su pedazo estaba limpio, pero había pasado el tiempo suficiente, como para sentir ese olor suave, a traspiración de bolas y pija que me estallo la cabeza. Mientras se la chupaba con tantas ansias, el pasaba su mano acomodándome los cabellos, y acariciándome la cara, aparte de bi, el puto también era cariñoso. Anabella irrumpe en el lugar, abriendo sutilmente la puerta del baño, como si el tiempo que tardamos, le haya quitado la sorpresa del asombro. Lo que podía ser una escena que rompa relaciones y arruine parejas, para ellos, era justo lo que estaban esperando. Se hace la sorprendida, lo abraza de la espalda a él, y juntos miran como chupo verga. Ella se agacha le baja el pantalón y le empieza a chupar el orto. Después viene conmigo, y juntas empezamos a chuparle la verga al flaco, estaba que estallaba, ella me miraba a mí, y yo lo miraba a él. Por momentos nos mirábamos las dos e intercambiamos sonrisas cómplices. Nos fuimos a la habitación, ella se recuesta sobre la cama, y Franco le empieza a chupar la concha, yo quedo observándolos, por un buen rato, hasta que le empiezo a chupar el orto a él. Franco se acerca a mí y me dice al oído, de manera dulce y suave, que le encantaría que yo chupe concha junto a él. Sin decirle nada y totalmente sumisa, acercamos nuestras dos cabecitas a la bulba jugosa de ella, y comenzamos a chupársela, entrelazábamos nuestras lenguas, y también nos dábamos besitos, era muy divertido! Me moría por saber cómo era chupar un par de tetas, así que lo deje solito abajo y me fui a atacarlas. Era rico lamerlas, las sentía suaves, algo grandes, se notaban naturales. Las tocaba y chupaba como un pendejo adolescente en su primera vez, pero sin el factor de lo libidinoso. No me producía calentura el chuparlas, si no que la calentura la sentía por el conjunto de otras cosas. Tampoco sabía a ciencia cierta que me pasaba, era mi primera vez.
Mientras sigo chupándole las tetas, Franco me agarra de atrás y me empieza a penetrar en cuatro. La cabeza de su pija era más grande que el resto del tronco, la sensación que me hacía sentir en el orto era muy intensa. El flaco me cogía con dulzura, lo sentía suave y mimoso, como si cogiera con un puto, pero él es un hetero, que también es puto. A la hora de la cama podemos ser y no ser tantas cosas. Franco me sigue cogiendo pero tiene que parar, porque estaba cerca de acabar, en eso Anabella me mira sonriendo, y me dice que lo tenía loco a su marido. Ahí es cuando él me surrura al oído, y me dice, que le calentaría mucho ver cómo me coje su mujer. Quede sorprendida con lo que me dijo, pero en el fondo sabía que ese momento iba a llegar. Nos paramos y Franco me empieza a chupar la pija, mientras Anabella se coloca el arnés. Nunca en mi vida había visto algo así, solo quizá un par de veces pero en videos pornos. El arnés, tenía una chota bastante grande de color negro, pero también poseía una segunda pija algo más chica, del otro lado, para que ella se la coloque adentro de su concha, y sienta más placer. Anabella se pone atrás mío y me empieza a dar besos en el cuello, su marido sigue chupándomela suave y dulce. Me pide que me ponga en cuatro para ella, y me empieza a coger con su verga. Me agarra de la cintura bien fuerte, como pocas personas lo hicieron, y me coje como si ella hubiera nacido con pija. El placer que tenía el rostro de esa mujer, era indescriptible, giraba mi cabeza para atrás, y el paisaje de ver esas tetas moviéndose, mientras su cuerpo chocaba con el mío era inédito.
Inédito pero placentero, porque lo estaba disfrutando. Franco dejo de observarnos de lejos, y me dio su bella pija para chupar. No pude contenerme más, y acabe gimiendo el orgasmo, con la pija de Franco adentro de la boca, y mientras Anabella me hacia el orto. Ella empieza a cogerme con más fuerza, hasta que llegando al clímax larga un gemido muy intenso, una electricidad corporal asombrosa que toma todo su cuerpo. Deja de cojerme pero sigue ahí vibrando aun adentro mío, aunque cada vez menos y más lento hasta recomponerse. Franco le avisa que ya no puede más, y ella se retira de atrás mío, me dice que nos arrodillemos las dos en el piso. El macho parado, y nosotras dos juntitas estábamos esperando la leche con la boquita abierta.
Anabella me dice bajito que cierre los ojos porque larga mucho y fuerte.
Nos empezamos a tentar por el comentario, y automáticamente Franco nos tira la leche, que sale disparada para cualquier lado y a borbotones. Era caliente, mas liquida que espesa y nos dio una buena bañada a las dos, se notaba que el flaco estaba muy excitado, y que se venía aguantando mucho la acabada.
Ahí estaba yo, en el piso, al lado de una mujer que me había hecho la cola, y de un hombre que me había llenado con su esperma.
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