Hola! Les quería contar esto que me pasó porque creo que nos reconcilia un poco con el escepticismo que a veces se siente en las relaciones a través de las apps y las paginas de contactos.
Me llamos Claudio, tengo 24 vivo solo en la zona de Recoleta, estudio, mis viejos me bancan un poco ahora que perdí el laburo y la onda es seguir así para ver si puedo recibirme en menos de un año.
Esto de no laburar muchas veces me trae problemas con mis viejos ya que nunca me alcanza la guita por más que me ajuste el cinturón, es motivo de discusiones.
Hace unos meses que estoy saliendo con un chabon, Lucas, (bueno lo de salir es una forma de decir), es una relación de puertas adentro. Viene, pela pija, una hermosa chota! lo ordeño y sigue su viaje. Casado, ejecutivo, de buen pasar, como hace un tiempo que viene a mi casa ya nos conocemos hemos garchado y poco a poco hablamos, a veces antes de coger otras después, me encanta como me garcha la boca, aunque también me la ha dado por el orto es un capo. El sabe lo que me gusta.
Hoy antes de que el llegara tuve una discusión con mi viejo, por teléfono, y me dejó muy sacado por las cosas que nos decimos, mi viejo cuando discute tiene que si o si ganarla. A los 15 minutos llego Lucas (de unos 40 años, muy bien llevados, un perfume delicioso, muy chongo) y empezamos con nuestros besos, caricias y yo terminé como siempre prendido a su verga, mamando. Pero… en un momento, que estábamos en lo mejor, me dijo: que te pasa? No estás acá…
Y no… no estaba, él estaba con los pantalones bajos la pija medio al palo y yo sentado en el piso… Le empecé a contar lo que me había pasado (estaba angustiado, se me entrecortaba la voz al hablar) y que me faltaban $5000 pesos para pagar una tarjeta adicional de la de mi viejo… Mi viejo amenazaba con cortarme los víveres si no le garpaba.
Me miró, sonriendo, ¡es hermoso! Me acarició la cabeza y se levantó calzándose los pantalones, -me dijo: acompañame- y bajamos a un cajero del Galicia que está frente a casa, saco la guita y me la puso en un bolsillo, yo no se la quería aceptar, pero me agarró de la nuca y como diciéndome un secreto me susurró: “esto es lo que hacen los amigos, ¿como no voy a hacer esto por vos si cada vez que vengo a tú casa me das lo mejor, me atendes de primera y me haces panqueques…? (una vez le hice). Te la estoy prestando y se que me la vas a devolver cuando puedas…” Si seguís hablando te garcho acá, pendejo! -me dijo en el cajero. Yo estaba al palo!
De ahí nos fuimos a tomar un café a un bar en la esquina, fue nuestra primera salida! Se me dificultaba caminar porque estaba al palo y tenía miedo que se notara. Adrenalina a full! En el bar me decía que él también estaba al palo y babeando, que cuando llegáramos a casa me iba a partir al medio, salimos los dos al palo y caminamos una cuadra. Nos reíamos, en el ascensor me tocaba el culo mal. Ya en mi casa, me garchó en todas las formas y yo me esmeré para que la pase de lo mejor.
Cuando acabamos nos quedamos como una hora hablando, del poder del dinero, de porque mi viejo siempre la quiere ganar, de que me banca y otras cosas, que si me las dice mi vieja o mis hermanos me sacan, pero de él me cayó diferente y hasta le di la razón. Me dijo que estas cosas pasan cuando uno trabaja de hijo. Nos reímos.
Charlamos mucho y nos acariciándonos, también fue la primera vez.
Cuento esto por que esta ciudad es muy grande y parece que escasean las historias buenas donde unos ayudan a otros, esto nos da un poco de esperanza para seguir ¿no? A mi me reconcilió un poco con la mala onda que traía desde que me rajaron del laburo. Cuando uno está solo en Buenos Aires a veces cuesta.
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