Dormir, dormir en una blanca nube. Flotar en leche tibia, la leche narcótica blanca-azul.
Oscuridad…oscuridad.
Mi pija dura. Mi pija en esta ceguera latiendo y mis manos rígidas que no la alcanzan.
Que pasa, que está pasando.
Voces ambiguas… Voces que caen en el eco de mi mente.

Alguien me mamó la poronga y no reconocí quien. Tal vez me calmó, pero no me relajó llenar de leche esa boca anónima.
-“Depende de la estructura psíquica donde esté colocada la homosexualidad…”.
Silencio
-“Es nieto de quien ya sabes…”
-“El problema fue el exhibicionismo… “
-“La Santa Sede está interesada en su evolución. La prensa se puso scandalistica”
Silencio
-“USTED. NO LO TOCA”.
-“ Ma signore, assolo sto facendo il mio lavoro”
-“LE APLICA LA MEDICACIÓN Y NADA MÁS, A ESTA INSTITUCIÓN LA PROTEGE MI FAMILIA Y YO LE DIGO QUE EL CUERPO LO TOCO SOLAMENTE YO ¿ENTENDIÓ O LA HAGO DESPEDIR AHORA MISMO? “
Silencio
Algo me metieron en el orto. Me arde, me arde. Ayúdame Omari, me están lastimando.
Papá..papá…me duele el ngoso..me duele
Fiebre. Una mano conocida me pasa un paño húmedo por el cuerpo.
Silencio
-“Alprazolam en la dosis que indiqué, haloperidol baje a la mínima y controle la contractura, luego cambie a Diazepan”.
-“¿Electroshock Doctor?”
-“Aun no. Quiero ver la respuesta. Primero cura de sueño despues antidepresivo, luego vemos. Necesito que hable. Mire si no, aun está muy rígido”.
Mi verga estallaba. Sentía los huevos explotar
Silencio.
Alguien me mamó la poronga y no reconocí quien. Tal vez me calmó, pero no me relajó llenar de leche esa boca anónima.
Al despertar, los ojos verde agua de mi psiquiatra fue lo primero que vi.
Espléndido pensé, y él sintió lo mismo.
El no alimentarme por vía oral me volvía a mi clarividencia de Sangoma.
-“Lo que me ha contado es de mucha violencia sobre su psiquismo, pero lo que lo llevó a este estado, es en realidad lo que se llama Síndrome de Hubris…ha vivido la falta de respuesta que un pueblo da a un líder religioso, a un monarca. De hecho, parece, lo ha sido…”
-“Yo soy Didimvu Uzanwane…”
-“Lo fue Juan Manuel. Ya no lo es. Usted es…”´-Lo interrumpí.
-“Yo soy quien quiera ser. Ellos me esperan”
-“Usted puede construir a partir de ahora la vida que quiera, pero cuidado, Usted ya no está en Limpopo”.
Lloré, grité patalee, me quite el suero. Me inyectaron
Silencio
Otra vez me mamaron la pija.

Maximilian con su rostro apoyado, lloró.
-“Te amo Juan Manuel.
Has sido mi primer hombre desde antes que fuéramos hombres.
De niño yo te admiraba, me sentía dolido porque ni te fijabas en mí. Juan Manuel el deportista. Yo el obeso, el débil, el bueno para nada. Juan Manuel el más bello, el orgullo de todos. Yo la vergüenza.
Te odiaba, yo quería essere come tuo, y tenía tu indiferencia. Pero estaba loco per te. Cuantas noches lloré pajeándome y alucinando tener tu pija adentro.
No soporto que estés así. No puedo vivir si no me miras, si no me pides cosas. Perdóname por lo malo que fui. Ahora que puedo darte el placer, no puedo vivir si no te tengo un minuto conmigo.”
Maximilian con su rostro apoyado sobre la sábana que me cubría lloró.
Acaso todo ese fervor es lo que me la ponía dura, y el morbo de hacer de él lo que yo quisiera.
Supe que era solo eso. Supe que yo esperaba que Omari me llevara con él, aun cuando en la visión que me provocó Inani junto al río, pretendí asumir su partida.
Quería morir para ir con Omari y Omari no me buscaba ni en mis sueños. Se había ido.
Maximilian, más sano, me ofrecía una vida real, una vida que no quería aunque fuera la esperable para nuestra estirpe y nuestro común Ser Gay. Una vida que jamás sentí mía, acaso por mi autohomofobia o por mi rencor.
Fui y soy un renegado. El universo me dio oportunidades, y ésta, como tantas otras, la perdía.
Con esfuerzo abrí los ojos y simplemente le dije:
-“Te siento tanto Maximilian, te quiero tanto… pero perdóname…
-Yo Soy de Omari”.
Y abrazándonos, cuando en medio de nuestros pechos había un abismo de imposibles, nos sentimos hermanados, cada cual sumido en su dolor.
Hoy puedo decir, que aun cuando las palabras de Maximilian me volvieron a mí, yo estaba loco, fui un necio, un arrogante, un eterno disconforme detrás de inalcanzables, de lo ideal, como tanto puto cosmopolita que a lo largo de mi vida he conocido.
Solo un ser desgraciado armando su propia condena.
Mis sesiones con el Dr. Luigi. fueron por la mañana.
Mi historia lo dejaba boquiabierto y también lo ponía muy nervioso. Sus bellos labios húmedos miraban demasiado mi boca.
Quise ir a mear y no pude ponerme en pié. Me sostuvo, me llevó al baño.
La rigidez que me provocaba el antipsicótico no me dejó usar las manos para sostenerme la pija morcillona del amanecer.
Fatalmente para él, el Dr. Luigi me la sostuvo.
La verga se transformó en un mástil grueso y la cabeza orgullosa se exhibió brillante.
Luigi se desarmó. Nuestras miradas se cogieron entre si y los labios de ambos cobraron autonomía.
Se arrodilló como uno de mis esclavos negros suplicantes. Supe de quien era la boca que me chupaba la pija en mi inconsciencia.

¡Como me cogí al Dr. Luigi.! Supe de quien era la boca que me chupaba la pija en mi inconsciencia.
¡Como me cogí al Dr. Luigi.!
¡Como se sentó luego en el inodoro y como me sentó frente a frente sobre esa bella verga con forma de banana!, pija cabezona, entrándomela, besándome y haciéndola rosar mi próstata con maestría, deteniendo el bombeo y solo moviendo el miembro, dejando inmóvil la cadera.
Mi meo terminó en su pecho y garganta y yo me dejé llenar el orto con el de él, después de recibir su leche.
Sigfrido era su nombre. Éramos el Cantar de los Nibelungos.
Fuimos amantes complementarios durante largo tiempo, ambos versátiles, generosos, degustantes de todo lo del otro.
Acaso mi condena fuera que se enamoraran de mí, y yo, después de lo de mi padre y lo de Omari sentirme mutilado e impotente: Quizás solo un hedonista.
Alguien, sin corazón y sin alma
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