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Mi Príncipe Alberto. (PA)

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Jung | Mi Príncipe Alberto. (PA) | Piercing genital |

A raíz de mi última publicación, en donde describo que llevo un piercing genital, varios me han enviado comentarios, pidiendo alguna foto mía con el aro o que les cuente la experiencia de tenerlo. Así que decidí compartirlo en esta oportunidad mi experiencia, contándoles de primera mano las razones de tener a la realeza bajo mis pantalones.
PA

En 1825, el príncipe Alberto (marido de la reina Victoria) se había perforado esa zona para sujetárselo con un gancho a un costado y que no se le notara el “bulto” (que se llevaban las miradas de toda la corte). También Benito Mussolini tenía este piercing y se dice que cuando pensaba acariciaba constantemente el aro a través de un agujero del bolsillo del pantalón…

 

Jung

La épica del relato lo es todo para un guerrero de fama, donde las conquistas, sus victorias, sus enemigos derrotados realzan su figura e infunde admiración de los suyos y temor y recelo de sus contrarios. De este modo, la forma de relatar las odiseas del campeón marcarán las pautas del éxito de sus campañas, tanto en los campos de batalla derramando sangre, como en la diplomacia intimidando para lograr una ventaja estratégica.

Este recurso se ha aprovechado tan versátilmente en la humanidad que si bien la rueda fue el invento que marcó un antes y un después del hombre, la épica del relato ha sido la agencia de publicidad más exitosa desde el origen de las civilizaciones.

Que es la Épica del relato? Pues, es la dramatización, exclamación y realzamiento de una persona, personalidad, de un suceso, de una idea, o un pensamiento, otorgándole una entidad omnipresente al paradigma en cuestión. Todos caemos en dicha construcción para darle un tinte emocionante a los sucesos que sobresalen a lo rutinario o cotidiano.

En el sexo, esa construcción del Relato es crucial para el éxito, ya que conmover al interlocutor se logra la infatuación del sujeto. Pongamos este ejemplo:

A: Asiático de 39 años, 1.73mts 90kg (algo de gym) con un piercing genital buscando conocer gente afín. Espero sus mensajes.

B: Samurai del imperio del sol naciente con 39 años de sabiduría oriental, corpulento y musculoso, con un príncipe Alberto en la poronga con ganas de sablear y garchar con todo aquel que quiera, manden mensajes y respondo.

Cual de los enunciados suena más tentador? Verán que el lenguaje más lascivo, esa impronta de subyugar al otro, y el aire de mando infunde mayor atracción. Y así funciona un piercing genital, cuando me encuentro desnudo frente a otros, ver sus expresiones de asombro, intriga y miedo (por el dolor) generan una excitación al que lo lleva puesto. Como conté un poco sobre mí en mi primera nota, habiendo crecido con complejos, el decidir perforarme el glande para tener un PA marcó un antes y un después en mi vida, tanto cotidiana como sexual.

Dice la leyenda urbana que el Príncipe Alberto era dotado, y que cada vez que se vestía con las calzas blancas era visualmente chocante mostrar en relieve sus dotes, por ello decidió ponerse un arnés en su pene para así poder enganchárselo en la cintura y tener un perfil mas armonioso en su vestimenta inferior. Así empieza la Épica, y los evangelizadores del PA fueron los actores pornos gays en los 70’ y posteriormente en el nuevo siglo x todo el espectro poblacional acorde a la tendencia del piercing.

Habiendo visto varias películas porno, donde los actores tenían dicho piercing, siempre me generó admiración por haberse animado a hacerse algo tan radical y en un área tan sensible como es el pene. Pero fue en la navidad del 2008 que decidí dejar de fantasear y empezar a experimentarlo teniéndolo puesto. Al compartir mi idea con mis amistades, sus rostros se tornaron como un cuadro de Edvard Munch (El Grito) al son del grito unísono del dolor. Esa sensación del Elegido para hacer algo que los demás le temen generaba mucho pero mucho placer en mí.

Enero del 2009, voy a la galería Bond Street, recorro locales y empiezo a preguntar si algún piercer hace Pas, algunos no tenían idea, otros con ojos abiertos meneaban la cabeza hasta que uno dijo que si, aún cuando su rostro indicaba ser novicio en el asunto, ya estaba preparado y había juntado las agallas, volver sin el piercing y enfrentarme a las burlas de la derrota de  mis amigos era algo inaceptable, así que procedimos.

Sin anestesia ni palabras de consuelo, me pidió que me bajase los pantalones y examinando mi glande, explicó como iba a perforar, insertando la sonda desde la uretra hasta hacer tope con la base del glande, y directamente iba a realizar la perforación con posterior colocación de un aro de 1.6mm de grosor. Atemorizante y a la vez muy excitante, sentir el frío metal dentro del pene me generó algo de placer (no he incursionado en el sounding) y acto seguido me dijo por donde iba a salir. Ordenó respirar profundo y… menos de un segundo de un dolor extremo, y a la vez de una sensación de euforia descontrolada, acto seguido pasa el piercing, pone la rosca y después de pasar un poco de gasa y antiséptico me ata un profiláctico al pene así retenía el sangrando, encima como estaba excitándome seguía goteando sangre, a tomar un analgésico para el dolor nada mas, y esperar que se coagule y que se seque toda la zona, que retuviera la orina todo el día y que a la noche lo hiciera con fuerza de una vez por todas para que la orina limpie todo rastro de sangre acumulado en la herida y dentro de la uretra.

PA - Príncipe Alberto

Jung, en primera persona, la “realeza” bajos sus pantalones…

Los primeros días solo eran un poco de molestia y ya a la semana estaba casi cicatrizado, si bien había tenido erecciones, cuidaba de que no sangrara mucho, tratando de distraerme con otras cosas (difícil ya que sentir ese metal es algo que no se pasa desapercibido) y cuando sentí que no había mas sangre, me hice mi primera paja con un aro metálico atravesando mi pene, casi fue como la primera vez que manoseándomela acababa por primera vez, cuando todo mi cuerpo tembló con ese shock del orgasmo y posterior borboteo del semen que por primera vez salía de mi.

Tardé unos 2 años en llegar al grosor de los 6mm y quedé en esa meseta, y en este años decidí a pasarme a 8mm tratando de que el aro no sea muy grande ya que a estas alturas los aros empiezan a pesar. Y hoy en día el piercing forma parte de mí, haciendo que me sienta extraño al no llevarlo puesto algunas veces. (Las roscas acumulan restos de orina y pueden generar olor si no se los limpia regularmente)

El placer del PA principalmente es autoerótico, el simple hecho de llevarlo bajo el slip, en lo cotidiano, donde es como algo secreto que uno lleva ahí dentro, sin que los que me rodean lo sepan. Y lo morboso pasa por sentirse transgresor, de hacer algo contranatura, de patear el tablero, ante la mirada atónita de los espectadores colaterales que me cruzo en la vida, (en vestuarios, en revisión medica, en aeropuertos, etc.) En resumen, el piercing genital es una expresión de sentirse audaz en el sexo, que es tabú en muchos ámbitos y ser en centro de debate entre admiradores y detractores. (Creo que los detractores son mayoría) Cuando en la práctica sexual, no difiere en casi nada.

Así que les cuento desde mi punto de vista los Pros y Contras que le encuentro llevar un piercing de este calibre (existen otros piercings genitales menos invasivos, pero no llegan a ser tan icónico como lo es el PA).

Recuerden que esta basado en mi experiencia, que todo lo descripto es subjetivo y a consideración de cada uno. Vamos con las contras:

  • Olvídense de mear parado en mingitorios, dependiendo del tipo de aro y del calibre orinarán por ambos orificios ya que sale a presión desde la vejiga. He mojado pantalones por no apuntar bien y de no sostener bien el piercing tapando el orificio inferior a presión de la bolilla. Mi solución es girar 90 grados la cabeza para orinar y mear bífidamente. Ojo, en calibres menores a 2mm esto no pasa. Igualmente en casa me he acostumbrado a mear mientras me ducho, no es una práctica fetichista, si no, de ahorrar agua potable, haciendo uso eficiente del agua de la ducha y no descargar los 5 a 10 litros de agua por el inodoro.
  • Ser tildado de tener conductas sexuales “HARDCORE”, he arruinado primeras citas por no aclarar que tenía un PA, ya que muchos relacionan el piercing genital con el BDSM y nada mas lejos de esa suposición.
  • En verano si uno usa shorts de tela fina, aun con ropa interior, en el bulto se nota una forma que “no corresponde ahí”.
  • Ya olvídense de eyacular con fuerza, ya que al estar el piercing presente dilata la uretra de tal modo que debilita la intensidad del chorro en la eyaculación.
  • Siempre quedan algo de orina que va a parar a la ropa interior ya que aún si lo agitásemos bien, queda húmedo el piercing y algo de la orina atrapada entre el piercing y la perforación, no es gran cosa, pero lo aclaro.

Ahí termina la lista de lo que considero los puntos en contra  tal como aclaré, es una apreciación personal y el caso de sus beneficios, es algo que no puedo definir, ya que en el sexo, al penetrar (no rompe el forro) el amante no siente nada diferente ( a ver gente.. no tengo un dildo metálico colgando de mi pene como para sentirme una maquina tuneladora de subterráneos), en el oral el ruido metálico chocando contra los dientes impresiona, de hecho nunca encontré a otro con un piercing que me penetrase pero sí he felado uno y debo reconocer que es extraño encontrar el anillo que tanto busca Gollum con mi lengua, colgando del pene del amante.

En resumen, el PA fue liberador para mí, ya que marcó mi salida de las sombras de los tabúes y animarme a lo diferente, a lo no convencional, a romper las reglas de la conducta conservadora. La emoción de transgredir, de hacer lo prohibido que genera tanta adrenalina en uno. No siento diferencias en el sexo, ya que hoy en día el PA es una parte más de mi cuerpo, y de adornar con joyería esa parte de mí del cual me sentí inseguro muchas veces, tal como es la psicología general de modificación corporal como lo son los tatuajes y los piercings.

Así que mi PA es mi Épica del Relato, una publicidad para llamar la atención al otro, y en soledad, jugar con “my precious” en un tono muy íntimo y secreto.

Morpheus (Laurence Fishburne en Matrix) cito:

Esta es tu última oportunidad. Después de esto, no hay vuelta atrás. Toma la píldora azul: el cuento termina, despiertas en tu cama y creerás lo que quieras creer. Toma la píldora roja: permaneces en el país de las maravillas y te mostraré qué tan profundo llega el agujero del conejo. Recuerda, todo lo que estoy ofreciendo es la verdad, nada más.

 

La entrada Mi Príncipe Alberto. (PA) aparece primero en Nosotros Y los Baños.


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