La fresca brisa de abril en Marbella traía aroma de azahares.
Estar en bolas en la piscina calefaccionada era mi placer nocturno.
Themba cuidaba los niños y me servía una copa.
Desde el piso superior, ojos maquillados de rostros cubiertos, espiaban entre el profuso follaje que adornaba una ventana.
Soldados camuflados como para el desierto, con anteojos espejados día y noche, armados hasta los dientes, vigilaban desde la alta terraza y se tocaban la chota cuando a mí se me ponía morcillona.
Días después levantaron un muro en esa ventana que daba a mi piscina.
En pelotas me asomaba para ver a veces un Rolls Royce de vidrios polarizados al que subían tres mujeres árabes de negro con destino al embarcadero.
Eran mis vecinas mironas, las esposas del Jeque de uno de los Emiratos.
Los pasaportes estaban listos y partiríamos a la Argentina.
Entonces la conserjería del edificio me anunció a Abdula:
Delgado, de profundas reverencias, vestía galabie (1) y hatta (2).
Joven de rostro perfecto y expresivos ojos, con las pestañas más tupidas que he visto y debajo de la galabie se le notaba una hermosa pija.
Abdula se presentó como el secretario privado de Su Alteza el Emir de los Creyentes, Sheik Aseff Al Mohamed Ben Zawari, rogándome aceptara de su señor unos humildes presentes y la invitación a cenar con mi familia en su yate, con lo cual Su Alteza, se sentiría inmensamente honrado.
Cuatro árabes entraron con canastas repletas de rosas, una caja que contenía un vestido de Valentino que pusieron a los pies de Themba y un estuche que Abdula me invitó a abrir.
Mis hijos azorados daban vueltas para ver los regalos y Themba hubo de indicarles que fueran a su habitación.
Un quinto Árabe entregó costosos juguetes a los chicos.
Casi me caigo de culo al abrir el estuche. Había un Rolex President de oro y esmeraldas.
Quise devolverlo pero Abdula me tomó la muñeca, me lo abrochó seductor y me dijo que sería una ofensa para Su Alteza que lo rechazara.
El Emir de los Creyentes admiraba de una manera muy especial a tan distinguido actor, y estaba ansioso por conocerlo.

Creo que aparte de conocerme quería poseerme.
Confieso que me tembló el ojete.
Dos horas antes de recogernos una limousine aparecieron maquilladora y peluquero para ponerse a nuestro servicio.
El barco era gigante y reventaba de lujo.
Tenía dos piscinas, microcine, mezquita, spa, salones de todo tipo, veinte suites y helipuerto.
Los niños fueron entretenidos con mimos, títeres y hasta un pequeño parque de diversiones a bordo.
Themba fue rodeada por las mujeres del Sheik y estuvieron con ella toda la noche.
Le regalaron joyas.
Diez hombres cenamos solos en un salón.
Manjares de todo tipo, bebidas frutales y danzas sensuales interpretadas por muchachos soberbios me la ponían dura.
Al terminar la cena Su Alteza despidió a sus asesores y Abdula nos invitó a pasar a un salón pequeño donde fumar narguile (3).
El príncipe me sugirió recostarme sobre almohadones en una tarima acolchonada, ubicándose cerca de mí.
Abdula, que siempre permaneció de pie, sirvió café, delicias dulces, y un licor anisado en copitas de oro incrustadas de rubíes.
Su Alteza notó mi admiración por las pequeñas copas y al irme un sirviente me dio una caja con doce de ellas.
Aseff, el sheik , tenía unos 35 años y era un hombre que fue criado para gobernar.
Era de piel suave aceitunada, rostro recio, ojos inquisitivos negros y profundos, manos masculinas bien cuidadas y una sonrisa luminosa y cálida que rompía su halo de poder.
Guardias armados patrullaban la cubierta.
Me refirió sin vueltas la prohibición de la homosexualidad en el Islam, y de la contradicción de su cultura en torno de que la mujer no podía estar a solas con hombres que no fueran su padre o hermanos, so pena de repudio e incluso de la muerte más desgarradora.
La desnudes frente a un varón debía ser en el marco del matrimonio y solo con su esposo.
Entonces las urgencias sexuales masculinas antes del casamiento, tenían únicamente salida vía homosexual, de lo cual no se hablaba.
Abdula en su quehacer nos daba la espalda poniendo la más estudiada cara de pelotudo, simulando no escuchar.
Aseff me contó que aun siendo negligente respecto de su obligación como líder musulmán, prefería ser indulgente cuando en los hammams (4) se sabía que ocurrían “cosas”.
Entonces procuraba que su pueblo tuviera esas prácticas en privado y bajo el más absoluto hermetismo, habiendo facilitado en el último tiempo la construcción para varones adultos de edificios con departamentos de soltero donde los hombres pudieran reunirse a solas como lo estábamos en ese momento nosotros.
A esa altura del discurso, sentía mi verga dura en la garganta.
Abdula sirvió otra vez las pequeñas copas y no vi por donde desapareció.
Temblándome las piernas, sintiéndome después un boludo, me disculpé con Su Alteza para preguntarle si él, particularmente, aun cuando estaba casado, se permitía esas prácticas prohibidas.
Aspiró el humo del narguile y me puso la gruesa boquilla de marfil en la boca.
Cuando quise exhalar me comió la jeta de tal manera que casi me hace acabar.
Entonces sonó una dulce voz pronunciando el Adhan (5) para el Salat (6), una bella voz masculina cantando un llamado apasionado cuya entonación me estrujó el alma.
Mi anfitrión se despidió rogándome lo comprendiera.
Me besó ambas mejillas colocándome una gruesa cadena de oro con un topacio rosado que refirió de su madre, y que él como varón del Islam, no podría usar jamás.
Dijo, antes de partir, que esperaba que frente a él lo luciera alguna vez desnudo como en mis películas.
El Yate se colocó lentamente mirando a la Meca.
La guerra del golfo estaba en su apogeo al igual que mi calentura.
Esa noche le eché tres polvos a Themba.
Soñé que perdido en el desierto un grupo de beduinos de negro, con fusiles y a caballo, con enormes vergas curvas, como cimitarras, me garchaban.
Comenzaba mi historia de fuego y amor en Medio Oriente.
Continuará…
1)Galabie: Bata o túnica masculina usada en medio oriente
2) Hatta: Pañuelo tradicional árabe con que los hombres cubren su cabeza ajustándolo con un aro.
3) Narguile: Pipa árabe que se comparte.
4) Hammams: Baños públicos estilo spa, de uso comunitario ancestral en medio oriente.
5) Adhan: Canto desde el minarete de la mezquita llamando a la oración.
6) Salat: Cualquiera de las cinco oraciones diarias obligatorias dedicadas a Alá.
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